miércoles, 29 de agosto de 2012

Génesis 22:5, nos muestra que la esencia de la adoración es la obediencia. En este pasaje es la primera vez que aparece la palabra adoración, y Abraham le dice a sus siervos saben que: hasta aquí pueden llegar ustedes, allí está ese monte en el cual Dios me mostró que es allí a donde yo tengo que subir, pero ustedes no pueden subir conmigo; el muchacho y yo subiremos, y adoraremos. En el capítulo anterior Dios le dice a Abraham que le diera a su hijo en sacrificio, su primer y único hijo, había tenido que esperar cerca de 25 años para tenerlo en sus brazos y ahora Dios se lo pedía en sacrificio. Se imagina usted lo que Isaac representaba para él, lo tuvo casi a la edad de 100 años, era el que iba a heredar todo, era la promesa de Dios cumplida para su vida, era el gozo y el contentamiento no solo suyo sino también de su esposa.
Ahora; también Isaac tenía un significado muy especial para Dios. Isaac representaba en cumplimiento de lo que le había prometido a Abraham, también significaba seguir con la palabra que El ya le había dado, es decir; la generación de Abraham podría expandirse por toda la tierra, tan grande era la generación que El le había prometido a Abraham que le dijo: si puedes contar la arena del mar o si puedes ver la estrellas del cielo, así será. Entonces Isaac para Dios también era importante, porque era el lazo que unía a Abraham con su Creador, pero Dios le dice a Abraham que lo sacrifique.
Abraham con una actitud admirable, toma su hijo y comienza a caminar; pasan tres días de camino y entonces encuentra el lugar donde tenía que sacrificar a su hijo. Abraham lo que hace es obedecer, más allá del dolor, más allá de lo que Isaac representaba; él no murmuró, no le preguntó a Dios porqué El hacía esto, sino que sencillamente dijo: voy a obedecer.
Aquí encontramos lo que es la esencia de la adoración, la obediencia. Sin obediencia no hay verdadera adoración. Cuando Dios demanda a Abraham el sacrificio de su hijo, Dios lo que estaba haciendo era probando su corazón, es decir; la adoración en nuestras vidas es que Dios mismo está probando nuestro corazón. Cada vez que nos presentamos delante de Él, lo que estamos haciendo nosotros es probando nuestro corazón. Sabe usted que la adoración no es egoísta, porque lo más difícil es que en la adoración nuestro yo no entra. Al menos en la alabanza nosotros podemos venir y decir: gracias Señor por todas las oraciones contestadas, gracias por todas las peticiones cumplidas; porque alabanza es el fruto de mis labios donde yo declaro los hechos poderosos que El ha hecho para conmigo; pero la adoración es cuando vengo y declaro a través de mis labios lo que El es, hablo de su carácter, de su persona; hablo de lo que la Palabra dice que El es. En la adoración Dios no ve las manifestaciones, Dios ve el corazón. Las manifestaciones del corazón son alabar, arrodillarnos, llorar, levantar las manos, todas esas acciones son manifestaciones de la adoración; pero yo puedo estar con las manos extendidas y pensando en otra cosa, yo puedo tener los ojos cerrados y estar pensando en otra cosa. Dios no ve las manifestaciones, lo que Dios está pesando en medio de estos tiempos de adoración es el corazón puro y arrepentido que viene delante de Él. Dios solamente escucha la adoración de aquellos que vienen con corazón puro y manos limpias, esa es la adoración que Dios está esperando, esa es la canción que está anhelando que suba hasta el trono de su gracia.
La obediencia es el elemento que nos abre el camino a la bendición. El camino a la adoración, nos abre el espacio para vivir una vida mejor. Mateo 15:8. La adoración no solo es un canto, no es una melodía; la adoración es el fruto de mi corazón en donde yo hablo lo que El es porque le he conocido. La obediencia es lo que nos hace a nosotros querer caminar en pos de Él y decir lo que El es sencillamente porque le hemos conocido. En medio de los problemas y las circunstancias adversas nos hemos mantenido parados diciéndole: aquí estoy Señor no importa lo que venga a la derecha, a la izquierda, pero mi corazón hoy te dice en obediencia que Tu eres santo, que Tu eres digno, que no hay nadie como Tu, no importa lo que pase seguirás siendo mi Dios; no importa lo que esté sucediendo allá afuera seguirás siendo el Rey de reyes, el Señor de señores.
Como la adoración no es emoción, no importa nuestro estado de ánimo, hay que darle gloria al que merece toda la gloria. La adoración implica una respuesta del corazón a lo que Dios dice de sí mismo. Lo que usted conoce de Dios es su mejor adoración; pero la adoración que está esperando Dios es la adoración de aquel que obedece, de aquel que hace lo bueno y lo recto delante de sus ojos. En la obediencia nosotros cedemos tiempo, porque para poderle adorar necesitamos de un tiempo diario, de apartar tiempo en nuestra apretada agenda del día para decirle: ¡aquí estoy papá!, y eso es parte de la obediencia; día a día venir y decirle: aquí estoy listo y presente a la cita que teníamos.
El verdadero adorador surge de la obediencia. Dios en este tiempo está demando lo que no es común, lo que nadie quiere entregar y es santidad. En esa obediencia Dios está diciendo: entrégame tu santidad, y santidad significa ser justo, ser apartado, estar consagrado, vivir para El. La obediencia parte de la santidad en tus caminos, de la santidad en tus pensamientos, de la santidad en tu boca, de lo que hagas día a día. En medio de la obediencia tenemos que ceder recursos, nombre, fama, tenemos que negarnos a nuestro propio círculo social, para vivir en un corazón obediente que adore y alabe el nombre de Dios. Muchas veces comenzarás a perder popularidad, a perder fama, a perder nombre.
Tres días de camino hizo Abraham. Hay muchos eventos en la palabra que se hicieron en tres días y todos tienen que ver con adoración, porque la culminación perfecta del tercer día es la resurrección de Cristo. Abraham entra como la generación del tercer día y ese día el encuentra ese lugar, y en obediencia estaba trayendo a su hijo para sacrificarlo tal vez con lagrimas en sus ojos. Abraham les dijo a sus siervos que no podían ir con él, porque el que es siervo no va entender los sacrificios que hacemos aquellos que hemos sido llamados para ser hijos. El que tiene una mentalidad de siervo y esclavo le dirá a usted, ¿sacrificarse tanto para Dios? ¡Te has vuelto un fanático! solo alguien con corazón obediente nos entiende. Por eso Abraham les dice que se queden.
Abraham le dijo al muchacho: tú y yo subiremos, adoraremos y luego bajaremos; se incluye él e incluye al muchacho; era como él sabía que Dios tendría una respuesta a su favor. En la adoración no pedimos nada, sencillamente hablamos de Él. Es difícil venir a veces delante de Dios y saber que tenemos muchos problemas, y muchas veces un problema muy grande y decir en obediencia voy a ceder, no voy a pedir nada, solo voy a adorar, no voy a preguntar ni porqué, ni para qué estoy en esto solo hablaré de lo que eres. Es difícil porque a veces usted cierra los ojos y lo que ve, es el talonario de la colegiatura de los hijos, ve todas las deudas que tiene que pagar, ve alguna enfermedad grave que alguno de sus familiares tiene, pero dices: me olvidaré de todo eso y solo diré lo que conozco de mi Dios; en la adoración damos lo mejor de nosotros, entregamos lo mejor que hay en nosotros.

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