jueves, 8 de marzo de 2012

Dios ya tiene para usted y para mi, pensamientos buenos. Dice la palabra que El sabe los pensamientos que tiene acerca de nosotros, y son pensamientos de bien y no de mal, de tal manera que todo lo que Dios piensa a nuestro favor es para bien. Todo lo que nos está pasando es nuevo para nosotros, pero ya Dios lo pensó, El se tomó el tiempo planificar nuestro destino profético.

La palabra de Dios tiene la vida de Dios, contiene el pensamiento que Dios puso en esa palabra. Todos tenemos palabras que Dios no ha dado en nuestro depósito del espíritu, palabras que ya se han ido cumpliendo y otras que todavía están esperando cumplirse. De la misma forma que funciona en la mente de Dios, viene a funcionar en nuestras vidas. Nosotros somos imagen y semejanza de Dios, de tal manera, que toda vez que escuchamos una palabra viva de Dios, esa palabra lo que hace es producir fe. Dios primero piensa y ve la imagen, luego habla y una vez que es hablada la palabra, algo nuevo viene a suceder. Pero en nosotros sucede que cuando oímos el decreto de Dios, entonces comenzamos a ver lo que Dios ya vio, comenzamos a pensar como el mismo Dios ya pensó a nuestro favor, comenzamos a hablar y a tener un lenguaje acerca de lo que Dios ya habló en el cielo; pero luego que nosotros hablamos entonces comenzamos a decretar.
Primero oímos la palabra, luego nos impregnamos de fe. La fe viene a ser como los ojos de Dios, donde comenzamos a ver como Dios está viendo nuestro futuro y lo que estamos oyendo y viendo entonces, determinará como usted va proclamar sus días venideros. “Aquello que usted oye va determinar lo que usted ve y como lo ve”, y de la manera en como lo ve y como lo escucha, de esa manera usted se va a parar ante la circunstancia y usted proclamará; porque aquello que yo oigo determina lo que yo voy a ver, pero también como yo le voy a hablar a mi futuro. Movidos bajo ese principio es que Dios crea cosas.
Yo veo en la palabra múltiples ejemplos; uno de ellos el del centurión que cuando escuchó hablar de la fama de Jesús, produjo en este hombre que no era israelita una fe que hasta Jesús se maravilló. Pero es más; El dijo: no soy digno que El venga, con solo que El suelte una palabra, la sanidad llegará a mi casa. Pero todo comenzó con oír. Cuando tu comienzas a oír, entonces tu comienzas a ver, y lo que tu vez comienza a definir como tú vas a hablar

No hay comentarios:

Publicar un comentario