jueves, 10 de noviembre de 2011

LA CASA DE DIOS SE LLENA CON HIJOS

Es en éste momento cuando el Padre está llamando a sus hijos. Como la madre o el padre, llama a sus hijos pequeños cuando ya el día está acabando para que entren a la seguridad y al calor de la casa y no se queden fuera, en las tinieblas de afuera.
Es en éste momento cuando el Padre está llamando a Sus hijos, pero sólo los hijos podrán reconocer Su voz y podrán entrar a la Casa de Dios.
Durante éstos dos mil años, los sacerdotes y ministros de la iglesia, han estado enfocando todos sus esfuerzos en engrandecer sus denominaciones, ministerios y reinos personales, Procurando formar hijos para que hereden sus imperios, y obtengan sus herencias. Esto ha sido el enfoque del ministerio Levítico, que recibe y transmite de padres a hijos el sacerdocio.
Sin embargo, ese sacerdocio Levítico se ha corrompido (Mal. 2:8) y es necesario un nuevo sacerdocio del tipo de Melquisedec, con unción sacerdotal y regia, que no esté preocupado en levantar hijos para ellos, sino en levantar hijos para Dios.
Así como Jesús, nunca anduvo buscando hijos para Él, sino para el Padre, éste nuevo sacerdocio está apasionado en su espíritu por levantar hijos para Dios.
La Casa de Dios sólo puede ser edificada con el diseño revelado solamente por Dios. Así como a Moisés le fue mostrado el diseño del tabernáculo en el monte. Así como la mano de Dios escribió los planos de la Casa de Dios y se los entregó a David para que Salomón la edificase, así ahora el Señor ha revelado a sus siervos escogidos los apóstoles, para que la Casa de Dios sea edificada de acuerdo a Sus diseños.
Sin embargo esa revelación no ha sido entregada a todos sus apóstoles, sino sólo a aquellos que Él ha llevado a la cima del monte para mostrarles Su gloria.
La Casa de Dios es edificada a través de Sus manos, que son los ministros que ÉL ha escogido y que Él está respaldando. Aquellos que tienen un vivo celo por la Palabra del Señor y que no tienen en su sentir el deseo de exaltar sus nombres sino sólo Su Nombre.
Salmo 127:1 Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.
Hemos sido testigos de un trabajo exhaustivo de muchos hombres de Dios que han sacrificado su salud y sus familias, con el afán de levantar la Casa de Dios; pero sin revelación, sin ser enviados, sin el respaldo de Dios, lo más que pueden lograr es tener éxito financiero, fama, multitud de iglesias bajo sus coberturas y muchos hijos espirituales propios que heredarán sus mismos espíritus y sus mismos genes espirituales. Pero en realidad, no están edificando la Casa de Dios.
2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.
Este es tiempo en que hay una transición del sacerdocio Levítico al sacerdocio de Melquisedec.
El tiempo de procurar hijos que te den prestigio ante los ojos de los hombres ha pasado.
3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.
Los hijos que en lo natural Dios nos ha dado, no son nuestros, son de Él, y nos los ha dado para que se los devolvamos perfeccionados y listos para el servicio de Su obra.
Igualmente, los hijos espirituales que Él nos he permitido engendrar, nos los ha dado el Señor para que los perfeccionemos y se los entreguemos una vez que ellos hayan llegado a alcanzar la estatura del varón perfecto. Los hijos espirituales NO SON NUESTROS, SON DE ÉL.
Los hijos espirituales que Él nos ha dado, son la herencia de Jehová.
La herencia de Jehová para Sus hijos es Su Gloria y ya Él nos la ha dado (Juan 17:22).
La herencia de Jehová de parte de nosotros es SUS HIJOS QUE ÉL NOS HA PRESTADO. Démoslos a Él.
Él los está reclamando. Él los está llamando.
Amados: es tiempo de entregarle al Señor SUS hijos. Dios les está llamando. No podemos querer continuar reteniéndolos para nuestros propósitos egoístas. Si no hemos logrado perfeccionarlos, llamemos a alguien más que nos ayude a hacerlo y no seamos receptores del reclamo de Jesús hecho a los religiosos de su tiempo en Mat. 23:13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
Es tiempo de entregar esos hijos a Dios ya que si no lo hacemos, estaremos sirviendo de piedras de tropiezo Mat 13:41 y 18:17.
4 Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.
Los hijos que Dios nos ha dado, son para prepararlos y luego enviarlos a cumplir sus propósitos. Así como la saeta o la flecha, es enviada a dar en el blanco, así deben ser los hijos espirituales, preparados y enviados a cumplir su propósito. Desgraciadamente, muchos hombres utilizan a los hijos espirituales para que sean fuente de recursos económicos y de prestigio ministe

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